En un gran salto a la Era Digital, Moleskine ha lanzado su aplicación para los dispositivos Apple. Se trata de un diario, de una bitácora digital que permite tomar apuntes, dibujar, y adjuntar fotografías. Para quienes no estén familiarizados, las libretas Moleskine son sinónimo de creatividad, o como mejor presentan en su sitio web:
Moleskine nace como marca en 1997, reproduciendo el legendario cuaderno de notas utilizado por artistas e intelectuales de los dos últimos siglos, desde Vincent Van Gogh a Pablo Picasso, pasando por Ernest Hemingway y Bruce Chatwin. En cuanto eficaz compañero de bolsillo, el anónimo cuaderno negro conservaba bosquejos, apuntes, narraciones e ideas ya antes de que se convirtieran en imágenes famosas o en páginas de libros célebres.
Conocí los anotadores Moleskine un par de años atrás y fue amor a primera vista, mejor dicho, a primer trazo. Esta trillada alusión al enamoramiento no es nada casual ya que puedo describir mi experiencia con la aplicación en tres momentos, todos semejantes y en sintonía con la evolución de algunas relaciones amorosas. En una primera instancia, me sentí lleno de alegría y entusiasmo al enterarme de su lanzamiento, al descargarla y al comenzar a conocerla. Luego, vino un segundo momento de sentimientos confusos: de sentirme abrumado, un poco decepcionado, y confundido por una interfaz poco intuitiva e impredecible. Por último, días después, llegó el tercer paso donde intenté entender sus intenciones y comprendí de qué se trata la aplicación.
Moleskine para iOS tiene que ser vista y experimentada de un modo distinto a otras aplicaciones bajo la misma categoría. De alguna forma, busca acercar la experiencia de sus cuadernos físicos al usuario, busca acortar la brecha entre lo digital y el mundo tangible. Al abrir la aplicación por primera vez encontramos una serie de ilustraciones que nos enseñan cómo usarla. A continuación, vemos la portada de la libreta como si la tuviésemos en nuestras manos: un encuadernado oscuro acompañado de una distintiva banda elástica. Un tap más tarde vemos un listado de entradas diferenciadas por categorías.
Al crear una nueva anotación podemos configurar unos cuantos aspectos: el tipo de papel (liso, rayado, o cuadriculado), optar por ingresar texto o hacer un boceto (eligiendo el tamaño de letra o trazo, y su color), o adjuntar una imagen, ya sea capturando una en el momento o acudiendo a nuestro álbum fotográfico. Lo más destacable en este punto es la posibilidad de combinar los tres elementos en una sola página. Se trata del caos del pensamiento mismo en una suerte de collage: podemos pegar imágenes, hacer anotaciones o dibujos, y unir todo con trazos y flechas, mientras acompañamos de un texto con una tipografía robusta y sumamente atractiva.
Sin embargo, no todo es perfecto. En su intento de acercarnos la experiencia física de Moleskine, se ha incorporado la vuelta de página. Dicho de otro modo, al llegar al final de una página nuestro texto será enviado a la siguiente, como si se tratase de un cuaderno real. Pero esta simulación de lo real representa un problema: la inexistencia del scroll y un corte con la continuidad. Para los usuarios de iPad esto no significa problema mayor ya que cuentan con una superficie más extensa y cómoda para la creación. Por el contrario, para aquellos en iPod o iPhone esto un gran obstáculo, en especial si se está en un momento de inspiración desenfrenada. Los creativos siempre recomiendan que las ideas se anoten cuanto antes para que no tomen vuelo y escapen. Esta característica, este salto entre páginas, obstaculiza la posibilidad de consulta rápida y, por ende, acota a la velocidad de nuestros pensamientos a actuar de acuerdo a los límites de la aplicación, favoreciendo el vuelo en bandada de ideas.
Quisiera resaltar un aspecto final, la función “Map my Thoughts”. Por medio de la geolocalización, cada anotación será asociada a un punto geográfico. De más está mencionar el lugar común, que esto favorece al orden y a la memoria (en caso de olvidar el contexto de determinada anotación). Sin embargo, me gustaría proponer una vuelta de tuerca: luego de un tiempo, la geolocalización nos ayudará a descubrir dónde somos más productivos, dónde nos encontramos lo suficientemente cómodos para que las grandes ideas surjan, cuál es el espacio más propenso para el “momento Eureka”.
Si bien la propuesta de Moleskine para iOS nos exige repensar nuestro acercamiento a este tipo de aplicaciones, carece de aspectos que hoy en día hemos estandarizado y concebimos como imprescindibles, y no representa una amenaza para la competencia. Por ejemplo, nos brinda la posibilidad de compartir nuestros escritos en Facebook, Twitter, o vía correo electrónico, pero ésta es la única vía de transferencia de contenidos a otras plataformas. Sería agradable una versión desktop que acompañe y permite la sincronización o el acceso a través de la nube.
Es un primer intento, un debut con muchos aciertos y algunos puntos débiles. Por el momento, no reemplazará a mi renovado Evernote de cabecera, aunque hay que reconocer que luce prometedora. No hay que perderla de vista, tiene muchas expectativas que cumplir, una imagen y nombre que cuidar, y una gran comunidad vigilando cada movimiento. No sé si será cierto que Van Gogh y Hemingway usaron libretas Moleskine pero me arriesgaría a predecir que las mentes que construyan el futuro, los nativos digitales, las usarán -en forma electrónica–.
Moleskine para iOS fue publicada el 15 de abril de 2011, puede ser descargada gratuitamente en la App Store, y requiere iOS 4.2 en adelante.
Vía: appleweblog
Otros Blogs de la red:
No hay comentarios:
Publicar un comentario